El rescate de la Repùblica

Jorwen Rodrìguez.- Hoy en Venezuela se conmemoran 59 años del derrocamiento de la última dictadura militar en nuestro país, una gesta histórica mal valorada y cuyos resultados fueron la edificación de una República Democrática construida bajo cimientos desperfectos de un acuerdo llamado “el puntofijismo” pero con la convicción de que la lucha política, los derechos, el voto y el reconocimiento mutuo eran las herramientas para encausar las necesidades de nuestra gente. 

 En medio de la gravísima coyuntura que atraviesa nuestra Venezuela este día suele ser nefasto, el día para el lamento de los valores democráticos perdidos y la plena conciencia de que en estos instantes la democracia absoluta, sin ápice totalitario se encuentra en cautiverio, secuestrada por las pretensiones ideológicas y el proteccionismo de un grupúsculo que gobierna con desmadre y persigue, y golpea, se burla y da un zarpazo cual falso mesías vendiendo soluciones a través del entreguismo en un diálogo farsante. 

 Es urgente el rescate de la República, la exigencia inmediata de los jóvenes universitarios y los niños que padecen la decidía hospitalaria cuando nacen, si es que nacen, el dolor propio y ajeno de la peste del plomo que acaba con la paz de familias enteras, la inseguridad como pandemia, la necesidad tangible de unas costillas pegadas a la espalda de los cientos que hoy hurgan en la basura muertos de hambre, la sed de justicia en la que agonizan los presos sin nombre por retardo procesal, los conocidos políticos que por lanzar un alarido fueron enjaulados, el poder legislativo a la diestra de un bufete, el talento en desbandada al exterior, el derecho al voto suspendido, el derecho a la vida intermitente. Encausarnos en el camino de la recuperación de la República no es un discurso ni una parafernalia, es la vía sin abismo al rescate institucional del poderío del Estado, el Estado responsable del hambre, de las muertes violentas, de las muertes sin remedio, el Estado como único garante de una nación de progreso, de niños en las escuelas y padres en el trabajo. 

 La labor de rescatar la República como exigencia independentista fue una proposición de Miranda al joven Bolívar, en aquel momento lo llamaron desobediencia, guerra a muerte, batalla tras batalla. En estas penosas circunstancias que hoy atraviesa nuestra país la exigencia entera es por una solución civilista enmarcada en la protesta, en el ejercicio pleno de los derechos y deberes constitucionales, sin abortar el camino de diálogo pero con garantías plenas, condiciones explicitas y voluntades impolutas, la alternativa al diálogo es la guerra pero la recuperación republicana debe someterse al escudriño de un método de respeto y reconocimiento, una mesa de diálogo donde se negocia con el hambre y con la vida es cambalache, una estafa multinacional con la solapa de la iglesia. 

 Este 23 de Enero la democracia venezolana padece entre las rejas de un régimen totalitario, el cautiverio de las instituciones del Estado nos convierte en un ensayo de país itinerante, las bases morales y las arcas de la historia republicana saqueadas ante el lamento de una profunda crisis que nos está robando el futuro y la idiosincrasia. La política como instrumento, el diálogo como método, la protesta como incentivo, y el ejercicio cívico del voto universal y secreto deben ser el engranaje y la única alternativa.

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