Alegría y austeridad en una noche


Jorwen Rodríguez.- Ayer, en medio de la celebración los matices de unas familias y otras no se reflejaban en los rostros sino el árbol o la mesa. La crisis económica que enfrenta nuestro país desde mediados de 2013 no solo ha golpeado de forma inevitable el bolsillo de todos los estratos, sino que ha trastocado la dinámica de las reuniones y el compartir social, sin contar con el duro contexto político que ha impregnado la navidad de olor a despedidas.

Hace unos días leía de Leonardo Padrón que antes de las elecciones estábamos tristes y preocupados, pero ahora, estamos felices y seguimos preocupados ¡Cuánta razón! Es que sin duda el 6 de diciembre abrió una puerta de posibilidades inesperadas, alimentó la esperanza y nos recordó contundentemente que debemos seguir ejerciendo con fe el oficio de ser venezolanos, aunque ello implique que la dosis de realidad nos exija mesura y conciencia ante los días que están por venir. 

 Es cierto que este año a muchos no les alcanzó para todo o para nada, pero bastaba con mirar la luna llena de anoche y buscar los rostros de la poca gente que andaba en las calles para encontrarse con sonrisas llenas de paz, de esperanzas, de ganas, ayer el olor a pólvora se extinguió por vientos de CAMBIO y es que aunque el gobierno lo niegue, su misma gente, esa que votó por su fracasado proyecto, sabe que la fecha de caducidad está próxima. 

 Ha sido todo un ciclo, atípico, dinámico, con sabores agridulces, más agrios que dulces, 17 navidades con diversos contrastes y donde la política poco a poco ha marcado su huella en todos los hogares, pero ayer, los ánimos no estaban para quejarse o auspicios para la confrontación en medio de la cena, la alegría, el cambio, la tentativa de una transformación hacia el progreso hizo de la austeridad la excusa perfecta para que el abrazo, el trago, la hallaca y el más menudito de los obsequios tomara un valor impagable, la certeza de que podíamos dormir tranquilos en la primera nochebuena donde en Venezuela el poder deleznable guardaba silencio y la luna alumbraba cada casa. 

 Los gestos de cariño, la alegría, los abrazos, la nostalgia, las fotos de la familia sonriente en el exterior con ganas de volver fueron abundantes, reales, por primera vez, para la mayoría sin tantos lujos ni excesos, la celebración fue apoteósica.

 Feliz Navidad

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