La revolución nos deporta por Jorwen Rodríguez


Un estado de excepción por la vía constitucional en 6 municipios fronterizos del estado Táchira con Colombia ha servido de excusa para que el gobierno venezolano de rienda suelta a uno de los peores actos de marginación, xenofobia, abuso de poder y atropello a los derechos humanos en Suramérica. Bajo la premisa ineludible de la defensa de la seguridad nacional y la soberanía, el gobierno de Venezuela en operación conjunta con las desprestigiadas fuerzas de seguridad armadas ha sometido a niños, familias, ancianos y coterráneos al vejamen de la deportación y el desplazamiento forzoso. 

 Un puente internacional cuyo nombre hace honor al más grande prócer del Sur se encuentra cerrado con alambres y barricadas de uniformados, mientras un corto rio pantanoso sirve de enlace entre quienes por conspiración histórica hemos compartido raíces, costumbres, desdenes políticos y económicos. Ciudadanos colombianos cruzan desde “La invasión” hacia Cúcuta con lo poco que pueden rescatar de sus casas demolidas o marcadas con la D que vislumbra el acontecimiento, sin documentos, sin previo aviso, todo con arbitrariedad. Es momento de pedirles disculpas, de este lado, a los venezolanos la revolución también nos deporta. 

 Es innegable que el tránsito en los estados venezolanos fronterizos con Colombia está lleno de situaciones vertiginosas que durante años han marcado un ritmo de vida turbulento entre ciudadanos de ambas naciones, conflictos armados, bandas organizadas, paramilitarismo, guerrilla, tráfico de drogas, trata de personas y un sinfín de calamidades cuyo único logro ha sido el desplazamiento de lado y lado de cientos de familias, hombres, niños y mujeres en busca de mejoras en la calidad de vida y a los cuales las inconsistencias económicas primero neogranadinas y hoy venezolanas les abrieron las puertas al comercio informal, importación y exportación entre ambos países y el terrible tráfico a través del mercado negro 

 No hay forma de evadir la responsabilidad de ambos gobiernos en la degradación de la convivencia fronteriza y la falta de voluntad para solventar la problemática aupada por trochas de corrupción, pero lo que sí es totalmente inaceptable es que valiéndose de estos argumentos el régimen que hoy gobierna Venezuela encabezado por Nicolás Maduro active una operación que ha desencadenado la humillación y el atropello a cientos de ciudadanos colombianos cuyo único delito es no poseer documentos de identidad venezolanos. Más allá de algunos hallazgos, no hay delincuentes, traficantes y apenas unos cuantos paramilitares detenidos. 

 Si la intención de la llamada Operación para la Liberación del Pueblo es acabar con el régimen criminal, organizado y paramilitar y con las bandas que contrabandean productos de primera necesidad que hoy escasean en los anaqueles venezolanos, lamentablemente la operación ha sido infructuosa y el resultado visible es el despojo de enceres, trabajo y la separación de cientos de familias que comparten la binacionalidad colombo-venezolana y que son víctimas y victimarios de situaciones que ambos gobiernos constantemente ignoran. 

 No es de extrañar estas acciones represivas y arbitrarias de quienes hoy gobiernan Venezuela, nosotros los hijos naturales de esta tierra también estamos siendo desplazados. Basta con revisar las cifras y analizar los datos de cuantos jóvenes y familias enteras han abandonado el país en los últimos años, huyendo, buscando una oportunidad en tierra extranjera y con las ganas de ver materializados proyectos, de ejercer la profesión por la cual con tanto empeño se formaron o de reestructurar la pequeña empresa o negocio que en Venezuela quebró, la expropiaron o simplemente no le aprobaron divisas para seguir laborando. Muchos de ellos, hacen vida en Miami, Panamá y también en Colombia. 

 En medio de la crisis económica que prolifera en Europa e Hispanoamérica, en el norte del Sur, en Venezuela, las calamidades van en escalada, la inseguridad ofrece cifras aterradoras en cada avenida del país, la moneda oficial es un plástico deambulando por mercados abarrotados de colas y funcionarios cuya única función es tratar de preservar el orden, como si a estas alturas eso fuese posible. Las persecuciones políticas, los insultos e improperios están servidos a la carta en la pirotecnia verbal del presidente de la república, hay algo que Nicolás no entiende, los artificios propagandísticos de las guerras imaginarias no están funcionando, el camino electoral les avizora una derrotada y el descontrol producto de las indiscriminadas concesiones al hampa produce un efecto mariposa que aterra, la revolución necesita un enemigo y hoy es la frontera de gente que ya no sabe de donde es, Táchira y Cúcuta son lo mismo, así lo quería Bolívar.

 No hay espacio suficiente para tanta indignación, una tragedia humanitaria en medio de falsos positivos y testigos estrellas, el contrabando de extracción y el crimen organizado han golpeado ambas naciones, la violencia hace de las suyas y el Gobierno actúa con soberano descaro, la revolución nos deporta, colombianos a Colombia y venezolanos a la desidia del extranjero.

Entradas populares de este blog

Muere nieto del empresario Omar Camero en un accidente aéreo

Vinotinto.