¡Es 2015 en Macondo! por Jorwen Rodríguez


Es 2015 en Macondo y en Venezuela la crisis se acentúa. 


Jorwen Rodríguez.- Úrsula está en la cocina ingeniándoselas para seguir produciendo animalitos de caramelo, tiene seis meses comprando azúcar en el mercado negro. Amaranta se las ingenia para colarse en las largas filas que abundan en el pueblo para comprar alimentos, Pilar Ternera palidece en una fiebre incesante que la agravia con virus de un nombre impronunciable y en la botiqueria no hay ni un solo medicamento. El coronel Aureliano Buendia está tras las rejas, el corregidor lo acusa de apátrida, golpista y asesino luego de que en el mes de febrero alborotó a la mitad del gentilicio para sabotear la reprimenda revolucionaria de los conservadores.

 Se trata de otro de los capítulos enredados de la historia de Gabriel García Márquez, la historia inédita se propaga por el continente americano, parece haber echado raíces en el centro, en una ciudad que antes fue un convento y que ahora se llama Caracas, por ahí se extiende Macondo, con sus vicisitudes y sus desdenes entre vicios y tragedias. Los gitanos ya han dejado de venir, no hay dólares para traer las invenciones a Caracas, el gobierno parece haberse perdido en otro cuento, algún sabio remienda la atrofia a destiempo y tras un trino anuncia una hazaña ¡Es 2015 en Macondo! 

 Caracas es la capital de Venezuela, un país millonario que aún está en deuda con la humanidad entera. Tanta riqueza, tanto desvelo y una historia milenaria llena de páginas inenarrables, en pleno siglo XXI el país centroamericano sigue sumido en el tercermundismo y en las luchas dantescas, han fracasado en sus pretensiones de potencia, un bosquejo, una sombra, una piedra que se ha atravesado durante más de quince años, llamada Revolución Bolivariana. 

 La crisis económica avizora un año de vacas flacas, una moneda desahuciada en el absolutismo de su devaluación constante, tierras devastadas por las expropiaciones gubernamentales que han quedado totalmente infértiles, improductivas. El ingreso que sobrevive es la renta petrolera y desde finales de 2014 se ha sobrevenido, el gobierno de su cuenta enarbola banderas de guerra, conspiraciones y patrañas. Maduro deambula en el mundo parloteando discursos indescifrables 

¿Alguien ha notado el nuevo año? Se anuncian como rumores un alza en los precios del combustible, los impuestos no son evadibles, el gobierno necesita una liquidez que no tiene y la salida a la crisis política, social y económica amerita de un esfuerzo gigantesco de los actores de la burocracia, la oposición y la ciudadanía entera. No hay forma de salir ilesos de este agravio que aparece como una complicación endémica al fracasado desarrollo del país. 

 La epidemia de persecución, intolerancia, violación a los derechos humanos, violencia y más violencia, acusaciones e improperios se ha agravado con el pasar de los meses. Precio justo, sobreprecio, revendedores, bachaqueros, colas, escaramuzas, detenidos, muertos, agraviados, son las palabras que abundan en el nuevo argot venezolano. 

 El año nuevo parece haber llegado en medio de un ambiente fúnebre. Anaqueles vacíos, tiendas cerradas, bancos abarrotados de gente retirando un poco de efectivo para gastarlo al instante y sin embargo, quedar debiendo. Este desastre provocado por el empecinamiento del Gobierno en imponer un modelo fracasado y la fétida corrupción abundante durante los últimos años, solo puede compararse con la peste del insomnio cuando en Macondo nadie dormía y la pobre remedios solo comía larvas, plantas y tierra mojada. 

 La comida escasea, una rebatiña de gente en cada avenida lucha como bestia por comprar un kilo de azúcar, de leche, harina o lo que sea que haya llegado. La humanidad parece estar desvanecida, rostros pálidos, resecos, gente que camina con la necesidad de gritarle a alguien su insatisfacción con los actores políticos acusándose entre ellos, lanzando escupitajos a la constitución y peleando con uñas y dientes cargos para poder despilfarrar el erario público a su antojo y conveniencia. 

 ¡Prohibido hablar mal del gobierno en voz alta! ¡Prohibido andar alborotando las calles! ¡Prohibido tomar fotos a los anaqueles vacíos! ¡Prohibido! ¡Prohibido! ¡Prohibido! El gobierno venezolano se ha convertido en un estado de ejecución y prohibiciones, el país entero sumergido en la podredumbre y el pestilente olor al fracaso, la ambición intenta arrebatar la esperanza de los pocos ciudadanos que seguimos creyendo que por ahí anda una mejor Venezuela, que nos necesita a todos para salir a flote. 

Al menos seguimos creyendo en Dios, aún a muchos nos quedan las ganas de imaginar el país posible, productivo, agigantado que solo la constancia, la reflexión y el trabajo duro nos harán recuperar. Mientras tanto Don José Arcadio Buendia sigue bajo el cobertizo de hojas, amarrado a su silla, lagrimeando al ver la devastación de Macondo, cual Bolívar, merodeando en el vocabulario ajeno de las falsas promesas de libertad y progreso.

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