Estimado Henrique Capriles / por Jorwen Rodríguez

Carta al Gobernador del Estado Miranda, Henrique Capriles Radosnki


Estimado Henrique Capriles. 

 Me excuso ante la falta de cortesía y formalidad de esta misiva. Adelanto que quizá esta sea otra página de las tantas que en los últimos días cientos de políticos, analistas, sociólogos, periodistas y opinadores de oficio te han escrito. Me apremia el infortunio de escribirte desde mi firme convicción como venezolano, demócrata y joven con metas frustradas por la paupérrima política gubernamental que ha dirigido las riendas del país estos últimos quince años. Durante meses he intentado conciliar el sueño con la preocupación incesante de que en Venezuela no existe una alternativa política que garantice la gobernabilidad, ni la reformación de la república hacia una transición en el camino del progreso y el abandono al fracaso fraguado por la corruptela, el engaño y la demagogia Chavista. 

 Señor Henrique Capriles, desde el primer momento que usted por mayoría en elecciones primarias fue electo como el candidato unitario a las elecciones presidenciales del año 2012, mis ojos fijaron como meta, la esperanza y el trabajo férreo por la consolidación de una mayoría abrumadora que lograra por la vía democrática imponer al país un nuevo gobierno. Usted en esa oportunidad y luego en abril de 2013, asumió a carta cabal la responsabilidad de llevar sobre sus hombros el compromiso de liderar las transformaciones necesarias para consolidar ese país que todos anhelamos. Lamento profundamente que así como la oportunidad de ganar las elecciones, mi confianza, esperanza, y creencia en usted se esfumaron.

Ese empecinamiento de su partido político por imponer sus directrices en la mesa de Unidad ha provocado una de las tantas fracturas profundas que hay en la oposición venezolana, debo reconocer que a estas han contribuido los radicalismos demenciales de algunos dirigentes opositores, que a punta de candela piensa cambiar el gobierno. Usted, se ha ensimismado en su autodenominado liderazgo que desafortunadamente no supo, ni ha sabido, ni sabe enfrentar los momentos históricos que la patria y la ciudadanía les ha puesto en frente. 

 Le confieso mi admiración y respeto, lo consideré un hombre valiente y aún guardo con resquemor un poco de ello. Pero señor Gobernador de Miranda ¿Cómo se sienta usted en la misma mesa con esa bandada de verdugos que durante años lo han perseguido, humillado, vejado y calificado de nazi y homosexual? Es sano que el hombre conozca del perdón, pero no que se “ahuevonee” ante promesas de dialogo y paz conciliadora de un régimen represor, carente de valores humanos y respeto hacia la dignidad del otro.

 Lamentablemente no es momento de que yo, un joven de apenas 19 años profundice en críticas de acciones y discursos políticos, ni intente vapulear su trayectoria que bien se la ha ganado. Usted Capriles, el mismo hombre que injustamente fue encarcelado, el hombre que pateó calle y sigue caminando por cada barriada de Venezuela, el mismo que en un acto en Maracaibo acompañado del entonces Gobernador Manuel Rosales, dijo tener “las bolas suficientes” pa enfrentar al gobierno, usted que logró mover más de 7 millones de venezolanos pese al abuso y los atropellos del poder ejecutivo. Usted es ahora ese que hace oposición desde twitter, que a tempranas horas de la mañana empieza a trinar con burlas y “chistecitos” despertando al presidente de su prolongada flojera. 

 Discúlpeme señor Capriles, pero no creo que eso derive de su formación política, su estudio, su trayectoria y su vocación de líder de masas. 

 Le escribo con la intención no de criticarlo ni ahondar en vaguedades que de seguro, ya mucha gente le ha escrito por twitter, le ha hecho llegar a su despacho y otros tantos, más políticos, más analistas y más preparados que yo, han publicado en cuanta página web les permite o cuanto diario les regala un espacio para fomentar “la autocritica” o la autocompasión ante el desmoronamiento de esa oposición agigantada de mediados de 2012 y principios de 2013. 

 Estimado Henrique, es el momento donde el país exige que cada acción fomentada por el liderazgo opositor sea en unísono un clamor popular de justicia, de reconocimiento y respeto a los derechos consagrados en nuestra constitución. No es fácil conciliar ni repartir abrazos a la crítica o a los autoexcluidos, tampoco es necesaria una foto abrazado con Henry Ramos Allup y María Corina Machado o con Lilian. Pero señor Gobernador, la crisis política, social, económica, cultural, nos consume, es corrosiva y se expande. El desparpajo contra los alcaldes y estudiantes injustamente detenidos continúa. 

 Leopoldo López no es más ni menos digno que nadie y pese a no comulgar con algunas de sus formas de hacer política, usted, y yo, y muchos sabemos que Leopoldo es un valiente, corajudo, un gran hombre lleno de fuerza testicular. Usted bien sabe cuánto duele aislarse de la familia, él de sus hijos. Usted bien sabe que es ser víctima de la proliferación de la injusticia revolucionaria, del atropello, el vilipendio y el maltrato.

 Leopoldo lanza gritos desde su celda, no puede dormitar. Quizá igual o peor que yo, no alcanza a conciliar el sueño. Hay un país pidiendo a gritos que alguien hable, que se pongan los pantalones, Chúo, María Corina, usted Capriles, Henry Falcón y todo el que quiera dar un salto ante tanta barbarie. Usted que tiene el poder aún de mover multitudes, de hacer latir corazones de jóvenes, ancianos y amas de casa, no se quede adormecido desde su teléfono celular. La juventud no está durmiendo, ni todos estamos “guarimbeando” 

Sabe usted algo Señor Capriles? Sabe con cuantas lágrimas, rabia e impotencia se lanza una piedra? Una bomba molotov? Con la rabia que solo provoca la frustración de ver como el país y la república se nos desdibujan en la cara, se desangran y nos ofrecen como divisa inagotable la desesperanza y la miseria de este socialismo fracasado 

Henrique, aquí te escribo otra carta, que quizá como tantas no tendrás tiempo de leer. 

Te abrazo, pero como el país te estoy pidiendo a gritos que levantes tu voz y que no despiertes más a Nicolás. Despierta a un pueblo, a este pueblo sediento, hambriento. Huérfano de liderazgo que sabe que en algún rincón se esconde un país posible, un país por el cual es el momento de luchar desde todas las trincheras. Con la constitución en la mano, con las razones, con fuerza democrática y libertadora, sin empuñar las armas pero con la firmeza de exigir la refundación de la República que poco a pocos hemos perdido. 

 Una multitud millonaria que en algún momento votó por ti, hoy espera de ti, de María Corina, de Chúo, de Voluntad Popular y de la oposición entera, la consolidación de una fuerza política que abarrote el parlamento y agote las vías constitucionales por una mejor Venezuela.

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