¿Somos un Gueto?

Transitando por esa gran avenida de desencuentros que es la realidad venezolana, me encuentro no sólo atrapado entre el caos vehicular desaforado por los radicales y la espontaneidad de los auto convocados que contribuyen a desmembrar la mala planificación urbana de un país tercermundista, que entre sus gritos y reclamos aunque legítimos, en algunos casos les “montan” una barricada con el pensamiento sesgado tal cual como los indiferentes o quienes afirman que aquí “no está pasando nada”.

 El presidente de la república ¡Bien, gracias! Contribuye en el desdén de los extremos, pues entre calificativos de chuckys, fascistas y asesinos, el mandatario llama a su adversario al respeto y la paz tentado por un dialogo, que más allá de ser profundo es un “mamotreto” propagandístico para auto lavarse la cara, juego para el cual algunos factores de “oposición” se prestan y es que claro ¿Cómo el tipo va a ser un dictador si recibe a la disidencia y los escucha en el palacio de gobierno? Mientras en las calles las fuerzas de seguridad del estado y sus propios grupos ilegalmente armados, preparan una arremetida de represión contra la dignidad y los derechos de quienes inspirados en Serrat salieron a hacer camino al andar. 

 Resulta entonces, que el venezolano vive aferrado a la esperanza (no le queda de otra) y entre falsos profetas, generales y novelas mayameras armadas en redes sociales, cualquier idea o truculencia que les recomienden para “joder al gobierno” resulta eficaz y el irracional que les recomienda atravesar guayas en medio de una avenida, pasa a ser el mártir, púes el único extremo que nadie en este país se atreve a tocar, es el de la prudencia y la conciliación. 

Aquí cada quién se autoexcluye en la irracionalidad de sus “razones”, nos hemos convertido en una sociedad donde los matices tienen tonos de traición y la divergencia se toma cual cobardía, es imposible respetar el argumento del otro, ni siquiera poder justificarlo, tratamos de imponer nuestras convicciones por encima de cualquier desacuerdo, es un movimiento utópico (de ambos bandos) donde todos pretendemos que todos estemos de acuerdo en todo. 

 Por eso, pienso que somos un gueto o varios, estamos obligados a excluirnos y a excluir a quienes no piensan como nosotros, ni siquiera guardamos la forma para poder escucharnos, tal vez, en el eco de la voz del que crítica pudiéramos encontrar una razón, una frase, un argumento que nos haga coincidir, una calamidad mutua, pero ¡Qué va! Ahora hay quienes piensan que estamos en guerra, sí, la armada que a diario se vive en la calle con la desmedida represión contra quienes protestan y la guerra fría que hemos decidido hacerle al adversario, que tal vez pueda coincidir con mi reclamo, pero sus argumentos son demasiado racionales y sus convicciones políticas excesivamente correctas como para apoyarme mientras yo decido incendiar una institución pública para “joder al gobierno”.

 ¿Alguien se ha detenido a pensar un momento? Chacao no es Varsovia, ni los gochos son judíos, esto no puede convertirse en un holocausto voluntario, no hay quién pueda ser partícipe de un asilamiento ¿Por qué? Así no es Venezuela, este no es el país que anhelamos construir, un país donde el respeto, el civismo, la moral y los valores son los primeros condenados al campo de exterminio ¿tenemos que terminar así? Basta! Basta de tanta irracionalidad! Basta de tanto desencuentro! Basta de violencia! Basta de encontrarnos en el mismo extremo de la circunferencia desde donde parten los radicales, Basta! Basta! 

 ¿Realmente somos un gueto? ¿Realmente queremos vivir aislados los unos de los otros en nuestros propios campos de exterminio? La sociedad moderna es diversa, plural, heterogénea y el respeto, la tolerancia, la mesura y la prudencia deben prevalecer, es momento de sentarnos a pensar en la racionalidad de nuestros argumentos, la violencia y el desencuentro andan divagando por las calles de un país que se convierte en una isla dentro de otra isla, con muros y barricadas que se enfrentan a la arremetida de las balas, los gases y los perdigones, pero Chacao no es Varsovia, los gochos no son judíos y el muro de Berlín jamás podrá volver a levantarse y mucho menos en Caracas, esto es Venezuela, es un país, no es un Gueto. 

 “No es un canto alegre, es canto de fusil, no es tampoco pájaro de libertad, es canción de un pueblo obligado a sufrir” 

 © PAÍS DE RUMORES 2014

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