Carta: Mi alma se queda en Venezuela.

Hoy me encuentro aturdido por un sollozante llanto, no termina de amanecer pero parece que es demasiado temprano o demasiado tarde, me encuentro sentado en mi computador escribiendo por lo menos hoy, desde las mismas coordenadas que he escrito siempre, pero hoy es distinto, hoy debo escribir una carta que desde hace unos años he tenido en mente pero jamás pensé que llegaría el día y ese día es hoy. 

 Mi querida Venezuela, hoy me desperté con la peor de mis pesadillas hecha realidad, mi casa es sentenciada por un tortuoso silencio que quiere decir mucho pero las palabras se escapan como lágrimas, mi habitación está algo vacía, parece que un viento intempestivo arrasó con el confort de mi nido, en mi mano derecha llevo un brazalete con el tricolor nacional y en esa misma un boleto de avión con un destino que por lo menos hoy, no tiene retorno y en mi mano izquierda llevo una maleta que parece estar muy pesada, no hay nada, solo ropa, fotos y alguno que otro recuerdo, hay algo que quiere quedarse, hay algo que no quiere montarse en el avión, es mi alma. 

Mi vida se proyectó en estos últimos días en fracciones de segundos, pude reflexionar, meditar y cuestionarme aun estando tan atribulado, no quiero escapar porque no soy un cobarde, no quiero huir porque no he fallado, no quiero esconderme ni vivir bajo la sombra porque la libertad me da la plenitud de andar en la calle, bajo el sol y con mi renuente pensamiento de que estoy haciendo lo correcto “no me voy, no me iré, me quedo, lo enfrento” grita mi conciencia devastada mientras la razón golpea mis ánimos. 

Tuve que correr muchas veces, lloré unas cuantas más, grité, escucharon mis quejidos pero ese día tuve que ser aún más valiente, corrí, salté me le atravesé el destino que parece imponerse, tuve que huir porque la libertad es mía y mis derechos no me los pueden arrebatar. Mi único delito fue permanecer más de 20 días en la calle, bajo el inclemente sol y la inclemencia de cientos de uniformados de los cuales me toco escabullirme, mi único grito de guerra sigue siendo “este gobierno va a caer” una convicción de vida, un proyecto, un objetivo, que ni siquiera la razón podría detenerme, no estoy cansado aunque mis piernas y mi columna me están pasando factura, no me voy a rendir aunque la insolación me esté tostando hasta la sangre, no voy a desistir de mi objetivo porque ya he corrido mucho, puedo correr más y voy a seguir corriendo, soy libre y quiero seguir siendo libre, no me voy a rendir aunque mi madre me grite, mis amigos me llamen y la preocupación los invada, ellos saben que estoy luchando por la república… 

 Y hoy, me toca irme, me toca abandonar esta tierra que me pertenece, la decisión más importante de mi vida la tomé o la tomaron en horas, no sé ni siquiera si fui yo quién decidí, debo irme porque por luchar por la libertad y la justicia, me persiguen el apresamiento y un expediente desgraciado de un estado de derecho inexistente, me voy, me estoy yendo, y no sé cuándo ni cómo podré volver a Venezuela. 

 En unas horas voy a estar en el avión, tal vez se me puede congelar el cerebro y el corazón al mismo tiempo, no voy a saber ni que sentir ni que decir, no quiero, no me voy a despedir completamente porque quiero volver y volveré, mi madre y mi padre luchan con las lágrimas y la voz entre cortada pero ellos saben que no me voy, que mi dignidad se queda y se queda mi alma, hoy me voy de Venezuela pero mi alma se queda con ella. 


 ………….. No es mi historia, ni es mi carta, es la de un amigo, un valiente, a quién quiero, admiro y respeto, hoy abandona el país porque la injusticia lo persigue, nunca descansó y sé que desde donde esté no va a descansar, que sean la patria y la libertad quienes le premien y él nuestra fuerza para seguir luchando para impedir que alguien más tenga que irse dejando el alma.

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