EDITORIAL: La Venezuela que nadie soñó

Este es un país con más de doscientos años de fundación, Venezuela “la pequeña Venecia” sin góndolas, sin aires europeos, sin el postmodernismo mediterráneo cultivado por pintores, con una dudosa independencia y una patria… con muchos padres y muchos hijos huérfanos, Venezuela, con la V de la victoria, con la V de los valientes, con la V de Voluntades. 

 Voluntades que amanecen en un resplandor naciente, de esperanza, de sobrevivencia ¡Estamos sobreviviendo! Que duro es ser venezolano, qué difícil es amar tanto este pedacito de tierra que se ha convertido en el sueño de nadie. Nos estamos muriendo… peor aún, nos están matando, el dolor nos asfixia, la indolencia y el desencuentro son síntomas de esta epidemia llamada Revolución. 

 Se escuchan gritos de agonía en cada rincón de lo que queda del país ¿Por qué? ¡Basta! ¿Hasta cuándo? La indignación sobrepasa cualquier expectativa, el amor nos mueve y nos mueve la rabia ¿Cómo abandono esto que amo tanto? ¿Cómo renuncio a la ingratitud de mi identidad? ¿Por qué hemos llegado hasta aquí? Debemos sentirnos culpables, esto nadie lo soñó, no creo que alguien viva feliz con miedo, el miedo es una coraza, mejor corro, mejor me guardo, mejor me callo, porque me pueden matar… porque nos están matando.

 No hay explicación posible, o tal vez si… ¿Cómo llegamos a convertirnos en esta sociedad de cómplices? La impunidad te da derecho a delinquir, a disociarte, a convertirte en una escoria repugnante que no conoce lo humano, porque robar, ultrajar y violar la privacidad ajena no es humano, no es de hombres, no es de valientes. Pero eres tú quien decide si hacerlo, si tomar las vías rápidas, eres tú quien decide si realmente quieres convertirte en otra víctima de la indolencia cuando piensas, que la vida de la víctima se cobra con la del victimario.

 Posiblemente sea culpa del gobierno, de los padres, pero también es nuestra… ¿Por qué hemos soportado tanto? ¿Por qué estamos esperando a que la ironía sea atraviese con una bala perdida? Estamos callados, atónitos esperando que la violencia no se acerque hasta nosotros, hasta los nuestros.. Tenemos listo el equipaje, pero tal vez la voluntad no lo permite, no nos permite comprar ese boleto sin retorno, queremos irnos, pero también queremos quedarnos, con miedo, en esta nuestra Venezuela, la que nadie soñó y donde ya no se puede soñar…

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