Bendita Democracia


Elecciones van y elecciones vienen, teñirse de morado el dedo meñique... o mejor dicho "mojarse el chiquito" se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Oh democracias, bendita democracia, desde aquel día en 1958 cuando es derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Venezuela vive aquellos que muchos osan llamar "Democracia".
Ser o no ser es la cuestión -¿Que debe más dignamente el alma noble entre sufrir de fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer en ella?- La metáfora viviente por la que atraviesa la mujer más fuerte del universo, fácilmente diría que Shakespeare experimento una especie de premonición/serendipia al escribir las primeras lineas del monologo de Hamlet.
La historia contemporánea de Venezuela esta llena de desaciertos, egoísmo, falta de visión, corrupción, deseo insaciable de poder y una completa e irrefutable carencia de conciencia de lo que pudimos y podemos ser como país. Estos desaciertos y las constantes practicas de ensayo y error vulneraron lo que hoy tenemos como una "Democracia" violada, ultrajada, golpeada, herida y desolada cuan vagabundo, pero que se resiste a sucumbir en el abismo de las luchas ideológicas de una derecha e izquierda imaginarias.
En una lucha implacable de palabras, entre sinónimos y antónimos  me siento perdida tratando de definir o aun peor describir la democracia, la bendita democracia, de la que todos hablan pero nadie conoce, como el diluvio universal, un fenómeno del que todo el mundo habla pero que nadie ha visto con sus propios ojos.
Los políticos se han convertido en los reyes y reinas de una promesa, mientras que un pueblo cegado no es capaz de ver el elefante en medio de la habitación.
Es el momento de vivir y el momento de luchar, despertar a un pueblo de un estado eterno de ensoñación y rebelarse contra el mar de desdichas.

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