¿Nos estamos acostumbrando?

"Estamos cumpliendo con fe el oficio de ser venezolanos" Leía hace días en uno de los artículos de la Gran Periodista Isa Dobles.

Nadie pudo definirlo mejor, ser venezolano y sentirse orgulloso de serlo en estos tiempos de revolución es un ejercicio de fe, donde predominan los sentimientos encontrados. A veces uno hasta se cansa de llevar tantos golpes, son marcas de guerra imborrables, hemos perdido, nos han quitado e impuesto tantas cosas de nuestra idiosincrasia, que los golpes nos dan fuerzas aunque día tras día nos da la impresión de que son más demoledores, con mucha más contundencia como buscando la extinción de nuestra dignidad, nuestros valores, nuestra razón y hasta de la vida misma.

La cédula de identidad se volvió un arma de doble filo, convirtiéndose en un fastidio, el gobierno en un acta nefasto de ilegitimidad reprueba nuestra existencia sólo por ser disidentes y nos exige y condiciona que debemos reconocer un presidente que no nos reconoce como pueblo. Las críticas y el desencuentro parecen molestarle, un color único, un partido único y un pensamiento único que ni ellos mismos saben definir, los invito a buscar la definición de fascismo (...)

Es tanto lo que nos han quitado, nos arrancan con orgullo y alevosia la estructura ósea pero no obtienen nuestros genes, nuestra meditación, anhelan con deseo enfermo nuestra sumisión pero podrán arrancarnos los huesos y no llegaran a los tuétanos. Una crisis política que se sumerge en sentimientos y nos quebranta el alma y la patria es el alma, y nos toca armarnos de fuerza testicular, cardíaca y psicológica, se avecinan vientos tempestuosos de libertad...+

Es imposible no vulnerarse ante la barbarie que responde a la realidad redundante, se llevaron el respeto, la cordura, la felicidad entera, nos quitaron un canal pionero, mancillaron la radio, predomina la censura, condicionan la libertad de expresión. Manipulan leyes a su antojo, tanto, que se olvidan de su existencia, los abogados abandonan rezagados la ilusión del estado de derecho y el deber ser que tanto escucharon en los salones de clases. El maestro vive en el destierro de no poder ser semilla sino sólo instrumento, hasta en eso, en la educación y la formación del docente se impuso la barbarie, los médicos venezolanos ven el fruto de tantos años colgando de hilo, mientras esperan que alguien se apiade del paciente que fue a curarse una herida y no hay gaza, ni agua, ni mucho menos alcohol. La indolencencia se adueña de las calles y nos están matando. Todo se resume a un titular en la prensa, un triste presagio de que estamos enfermos de alguna epidemia que término pudriendo nuestra conciencia.+

Hemos llegado al extremo de tampoco concebir la existencia del otro, no logramos entender como alguien conciente puede ser capaz de aprobar tantas atrocidades, sólo porque recibe un beneficio ¿Acaso el marido que golpea a la esposa y luego le da la mitad de quincena es bueno?. Hemos ensordecido en el odio y el fanatismo sin entender que el país está callendo al fondo, son capaces de avalar golpes y latigazos en el palacio legislativo, ahí donde hacen las leyes. Basta escuchar a una ministra diciendo "Se merecían esos coñazos", contrasta la imagen cuando una colega, de su mismo género, con ovarios, matriz y una explosión hormonal es tirada al suelo frente a los ojos complacientes de varios hombres y es pateada y violentada con zaña, causando sangrar su nariz intentan mancillar su orgullo,.no logran entender como esas mujeres tienen más valentía que ellos mismo que la única fuerza que tienen es en las manos.

Esto no es el sueño de nadie, el sentimiento llamado venezuela nos está consumiendo, el país nos sigue robando la vida, aún en el destierro, en el silencio de la apatía y la distracción del subconsciente, de nuevo la conciencia nos invita a reflexionar y para desbordase en ira que al mismo tiempo nos descompone y nos decepciona mientras los más débiles a quienes los tatuaron el tricolor en el alma, reventamos en un llanto impotente, que nos aleja de la calma.

¿Nos estamos acostumbrando?
A diario falta el agua, se nos va la luz, inmensas colas para comprar alimentos, cuando el trabajo y la recompensa escasamente alcanzan para el sustento, nos censuran, nos limitan la libertad de expresión, fragmentan el estado de derecho, nos insultan, nos golpean, se sublevan ante el pueblo quienes se suponen deben defendernos, el abuso, la indolencia, la violencia reinan, el gobierno se excusa en pleno siglo XXI siguen hablando de 1800 cómo sí vivieramos la mejor realidad absoluta para darnos el tiempo de fustigar la historia.


¿De qué carajos vale la historia? 
Sí me he vaciado cientos de libros y lo único que puedo concluir es que hemos perdido la república y la democracia cada día la golpean dejando sus venas abiertas.

Y entonces respondo mi primer cuestionamiento...

Aquí nadie se está acostumbrando, cada día nos duele más la indolencia, el desencuentro, cada abuso cada desparpajo es un puñetazo al cuerpo pero un empujón al alma, nuestro malestar, nuestras ganas de seguir luchando siguen vivas y cada día somos más, cada día despiertan más y aunque hay quién se queda renuente defendiendo la revolución de la mediocridad ya no son tan fuertes, ni son gigantes porque Gigante es un pueblo unido, valiente, cansado de los abusos que tal vez vemos lejos la salida pero sabemos que falta menos que antes, nuestro espíritu no puede quebrantarse, nuestras almas son vigorosas y valientes dispuestas a caer rendidas pero con la convicción y certeza de haber luchado por el tricolor que llevamos tatuado en el alma, aunque el poder nos exija mancedumbre y sumisión aunque el poder nos imponga, no hay animal tan manso que atado no se irrite.

Se avecinan vientos tempestuosos de libertad...

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